La infelicidad está ligada a la falta de propósitos.
Si tenemos algo por lo que luchar, los problemas se convierten
en retos a superar para alcanzar lo que deseamos obviando así
los pensamientos vacíos de positivismo, lucha y entrega a lo que
nos emociona y anhelamos.
Es muy útil emplear la denominada técnica de “La Mecedora”.
Es una sencilla técnica en la cual uno se imagina que
ha llegado al final de su vida y está sentado en una mecedora
pensando cómo la vivió y los logros que consiguió en ella.
¿Qué nos gustaría recordar?
¿Qué nos hubiese gustado haber hecho?
¿Qué relaciones nos hubiese gustado haber tenido?
¿Qué lugares visitado?...y lo más importante de todo,
¿qué tipo de persona nos gustaría haber llegado a ser?
Lo mejor de todo es que esta técnica se puede realizar para
periodos de tiempo cortos y advertir, más tarde que no estamos
en el último día de nuestra vida por lo que podemos lograr aún lo
que después sería solamente un lamento.
La técnica se completa con escribir todas ellas, lo que nos hubiese
gustado conseguir, y que este listado sirva de lectura todas las
mañanas cuando nos levantemos. De forma que se conviertan
en algo por lo que comenzar el día y llenarlo de entusiasmo.
También es conveniente repetir la lectura al acostarnos, antes de
dormir, para que se impriman en la mente.
Los sueños cambian, los propósitos se modifican y las aspiraciones
varían por eso es bueno repetir esta técnica periódicamente para
renovar la ilusión.
Creemos que el confort y el lujo son requisitos para la felicidad,
cuando en realidad todo lo que se necesita para ser feliz es algo
con lo que estar entusiasmado.*
Autor desconocido.